jueves, 26 de marzo de 2009

Situaciones Complicadas

SITUACIONES COMPLICADAS
Objetivos del tema
1. Conocer las pautas de comportamiento en la asistencia en ambientes hostiles.
2. Saber cómo actuar ante pacientes agresivos.
3. Saber cómo y cuándo utilizar el Alta Voluntaria.
4. Determinar qué hacer en caso de duda ante una PCR, dadas las condiciones basales del paciente.
5. Repasar diversos aspectos de naturaleza médico legal, que implican la actuación del técnico como conocedor de datos de terceras personas.
Palabras clave
- Situaciones complicadas
- Secreto profesional
2.1. LA ATENCIÓN EN AMBIENTE HOSTIL
Como decíamos anteriormente, la sensación subjetiva de retraso en la llegada de ayuda, es inherente en la asistencia de situaciones urgentes. Esto hará que nuestra llegada en algunos casos sea saludada con reproches o incluso con violencia verbal y hasta física. Probablemente sea éste unos de los aspectos más negativos de nuestra profesión y provoque en nosotros un sentimiento de frustración y falta de reconocimiento si no contemplamos la posibilidad de que esto suceda o no estamos preparados para sobreponernos a ello y superarlo.
En estos casos nuestra reacción va a ser vital, la mayoría de las veces, en el transcurso de los acontecimientos posteriores. Si entramos en un juego de justificaciones y reproches, o peor aún, en discusiones o acaloramientos vanos, la situación va a tornarse progresivamente más complicada. Deberemos esforzarnos aquí en que nuestro comportamiento se ajuste a los siguientes puntos:
1. En primer lugar presentarnos como sanitarios.
2. Identificar cual es el paciente e ir hacia él.
3. Recabar información sobre lo que sucede al propio paciente, o en su defecto a la persona que en esos momentos aparente mayor tranquilidad.
4. Hablar en un tono de voz que sea el suficiente para que nos oigan los demás, sin gritar jamás.
Tampoco debemos hablar entre nosotros más que lo estrictamente necesario; cuando lo hagamos
procurar no dar la espalda, y jamás en tono bajo o cuchicheando.
5. Nuestros movimientos serán firmes, no bruscos, y focalizados siempre en la asistencia al paciente, procurando no molestarlo con maniobras intempestivas o ruidos innecesarios. A veces resulta útil encargar de alguna tarea menor (sostener algún tipo de material que no utilicemos, ayudar indirectamente en la movilización del paciente,...) a la persona más hostil o crítica con nuestra labor.
6. Debemos estar tranquilos o por lo menos aparentar tranquilidad. Nunca debemos plantear dudas, por lo menos externamente. Para ello nuestras órdenes deben ser claras y terminantes, no despectivas.
Normalmente, si actuamos así, iremos ganándonos la confianza de todos los presentes, que se sentirán cada vez más seguros y protegidos, con lo cual la situación irá progresivamente normalizándose, y no será raro que al final, cuando nos vayamos, recibamos algún tipo de disculpa o excusa por la actitud inicial. No obstante, aunque esto no ocurra, no deberemos sentirnos desazonados si hemos actuado con diligencia. Es algo que lleva aparejado nuestra profesión. Tenemos que estar preparados para sobrellevar las críticas, incluso las inmerecidas.
En ocasiones aisladas, no obstante, es cierto que puede darse el caso de que, a pesar de una correcta asistencia, por una u otra circunstancia la situación se convierta en insostenible, y nuestra integridad peligre. Si es así, y resulta imposible evacuar de forma rápida y segura al enfermo, nos retiraremos a las inmediaciones del lugar, fuera del alcance de posibles agresiones, y solicitaremos de la CCU-061 el envío de las fuerzas de orden público correspondiente, que garanticen una asistencia sin riesgos.
2.2. EL PACIENTE NO COLABORADOR. EL ALTA VOLUNTARIA
Otro caso generador de múltiples problemas a la hora de evacuar a un paciente, es el de aquella persona para la cual se solicita asistencia sanitaria por parte de un tercero, y que una vez llegado el personal de transporte sanitario se niega a ser atendida bien como consecuencia de la patología que padece, que le hace incapaz para adoptar una postura coherente y razonable (pacientes psiquiátricos no agresivos, intoxicaciones, intentos de autolisis,...) o bien como fruto de una decisión basada en la autonomía personal a la hora de decidir (pacientes ancianos, enfermos terminales,...).
Si tras una breve charla con él, tras decirle quienes somos y exponerle la conveniencia de una valoración en un centro sanitario, dicha negativa es mantenida, nuestra actuación será en este caso, la de comunicar a la CCU-061 dicha decisión. Procuraremos dar en ese momento, toda la información que hayamos podido recoger de familiares o testigos, de la inspección del lugar y de nuestra impresión tras el diálogo con el paciente. Desde allí, por parte del médico coordinador responsable del servicio, se tomará la decisión correspondiente. Según el caso existen dos posibles soluciones:
1) Que el médico coordinador considere al sujeto consciente de sus actos, y por tanto deba respetar su libre decisión de no ser atendido: en ese momento habitualmente se le solicitará al paciente la firma del informe de Alta Voluntaria, documento en el que se hace constar que el paciente por decisión propia y bajo su responsabilidad es alta médica en contra del criterio facultativo. Si lo firma nos retiraremos del punto tras la recepción del documento. Si no lo firma volveremos a comunicarlo a la Central del 061, que será quien decida definitivamente cuando nos podremos marchar del punto.
2) Que el Coordinador, desde la Central del 061, no posea elementos de juicio suficientes como para determinar el grado de consciencia del paciente. Si es así, decidirá casi siempre que al lugar se traslade un médico que sea el que dictamine sobre el terreno. Deberemos esperar entonces, sin movernos del lugar o de sus inmediaciones, la llegada de dicho facultativo con cuya valoración se tomará una decisión final.
Queda claro, por tanto, que cuando hemos acudido a una llamada de auxilio por alguien sobre el que existan dudas sobre su capacidad de razonamiento, no debería ser nuestra la decisión de retirarnos del lugar donde se encuentre enfermo, si antes no existe una valoración por parte de un médico (ya sea in situ o desde la CCU-061) aunque dicha persona se niegue a ser atendido, y así lo manifieste incluso mediante la firma del Alta Voluntaria.
Recordar que la firma de dicho documento no nos exime de responsabilidad, si quien la firma no está en condiciones de decidir libremente, ya sea como consecuencia de su patología o por el consumo de sustancias. Eso, evidentemente, escapa de nuestro cometido. Aguardaremos entonces en las inmediaciones hasta que recibamos la orden correspondiente. Lo contrario podría suponer, en ciertas circunstancias, denegación de auxilio.
Sólo los casos que no ofrezcan ningún género de dudas (personas adultas, colaboradoras en posesión clara de sus facultades y que firmen el alta voluntaria delante de testigos) pueden llevarnos a abandonar el lugar sin atender a la persona si no lo desea. Aún en este caso es recomendable contactar con la CCU-061 antes de marcharnos.
2.3. EL PACIENTE AGRESIVO O AGITADO
Nos referiremos aquí a aquel paciente que debemos trasladar, en el que se evidencia un cuadro de agitación y una actitud violenta para con él mismo o con los demás, lo que hace extraordinariamente difícil su manejo y evacuación.
La agitación es un trastorno del comportamiento que se produce al asociarse un estado de excitación psíquica y otro motriz. No todos los estados de agitación son de origen psiquiátrico, pudiendo ser debidos a causas orgánicas (toxiinfecciones, meningitis...), alcoholismo, ingesta de drogas...
Es una de las causas más importantes de urgencia psiquiátrica, siendo muy importante conocer la actitud a seguir ante este tipo de pacientes por varias razones:
- Su alta frecuencia.
- Puede suponer un peligro para su entorno familiar, o para sí mismo, siendo sus acciones imprevisibles.
- Por la necesidad de establecer un diagnóstico y tratamiento rápido, lo que en ocasiones incluye la necesidad de ingreso hospitalario, incluso en contra de su voluntad.
Tipos de violencia
• Agresión verbal (gritos, insultos, enfados...).
• Agresión física a objetos (portazos, golpes...).
• Autoagresión (se arranca pelos, se corta...).
• Agrede a otros (empuja , abofetea...).
Si esto no ha sido advertido por la CCU-061 que nos alerta, deberemos comunicarlo inmediatamente, puesto que probablemente sea necesaria la intervención de personal médico para evaluar a dicho enfermo, e incluso las fuerzas del orden para reducirlo. Nunca trataremos de reducir a la fuerza, por nuestra cuenta, a alguien que presente una conducta agresiva. Esperaremos pues, la llegada de estos otros equipos que se encarguen de la reducción física y farmacológica, si ello es pertinente. No obstante, y mientras no se produce dicha llegada, trataremos de controlar y tranquilizar al paciente verbalmente, tratando de convencerle de que precisa recibir una ayuda que le devuelva el control sobre sí mismo. Conviene evitar en todo momento que se sienta acorralado o humillado. A la vez procuraremos ir recabando información de sus familiares o allegados, sobre las circunstancias que lo han llevado a tal estado. Se propondrá la presencia de estos acompañantes si ello ejerce un efecto estabilizador, pero sugeriremos que se retiren si provocan lo contrario.
2.3.1. Actitud ante el paciente agitado. Normas de actuación
1. Mantener una postura corporal relajada, y no amenazadora. No debemos tener miedo ni rechazo, es un paciente como otro cualquiera. No mirarle directamente a los ojos, sino con actitud abierta y aparentando control de la situación.
2. Tratar de reconocer signos de agitación antes de que sea necesaria la contención física, talescomo: aumento de la inquietud, aumento de la actividad motora, aumento del volumen de voz...
3. No bloquear la salida. Disminuir los estímulos ambientales (gente mirando, volumen de TV...).
4. Asegurar la integridad física del enfermo, la familia y el personal sanitario, retirando los objetos peligrosos que haya a su alrededor o que lleve consigo el paciente.
5. Dirigirse al paciente por su nombre. Reorientarlo diciéndole donde se encuentra. El mensaje debe ser conciso y rotundo, sin dar lugar a equívocos. En ocasiones será adecuado disminuir la tensión con una sonrisa. No emitiremos juicios, ni nombraremos su enfermedad pues en estos momentos no tienen conciencia de la misma.
6. Mantener una distancia de seguridad nunca inferior a dos metros, desde donde realizaremos una valoración de la situación. No darle la mano.
7. Escucharle atentamente, mostrando respeto e interés.
8. Se deben tomar en serio todas las amenazas y gestos suicidas u homicidas, aunque el paciente a primera vista parezca un simulador.
9. En caso de que el médico disponga un internamiento no deseado por el paciente (ingreso involuntario), hay que hacer todos los esfuerzos necesarios para mejorar la colaboración con el paciente, explicándole la necesidad de ingreso y de tratamiento.
10. Si nos encontramos ante un paciente violento y delirante, con el que no se puede mantener ningún tipo de diálogo, en función del caso, puede ser preciso aplicar “medidas de contención” en las que casi siempre será necesaria la presencia de las fuerzas de orden público (FOP) y tratamiento médico de urgencia, con el fin de sedar al paciente.



2.3.2. Protocolo de contención física
Se trata de una medida a aplicar cuando todos los demás intentos de tranquilizar al paciente han fallado.
Debe ser realizada por un mínimo de cinco personas. La contención física debe ser rápida y segura, nunca brutal.
Se realizará siguiendo un plan específico
• Equipo mínimo de cuatro personas, más un coordinador. En caso de no disponer de la quinta persona, uno de los cuatro actuará como coordinador.
El peor error que podemos cometer en estos casos es intentar someter físicamente al paciente sin contar con los medios o la fuerza suficientes.
Cuando el personal aparece fuerte, decidido y coordinado es más fácil que el paciente ceda sin utilizar la fuerza. Se pedirá la intervención de las FOP si es necesario.
• Se colocará a seis metros del paciente, con el fin de reducir su temor a un ataque.
• El coordinador le informará con calma de que su conducta violenta es inadecuada y que de persistir en su actitud se tomarán medidas para evitarla.
• Si el paciente persiste en su actitud, el equipo se acercará por distintos lados, rodeándole, y se neutralizará cada extremidad firmemente a la altura de la articulación, bien del codo o bien de la rodilla para reducir al mínimo el riesgo de fractura. Esto hace posible que cuatro o cinco personas reduzcan a una persona más alta o más fuerte.
• Se amarrará al paciente a una camilla por los tobillos y muñecas (existen unos correajes específicos para esta función, pero puede hacerse con sábanas). Deberemos comprobar periódicamente el amarre, garantizando la comodidad y seguridad del paciente (riesgo de aspiración, lesiones...).
• La sujeción mecánica supone un cierto riesgo para el paciente y una pequeña probabilidad de que aumenten la ansiedad y agresividad, sobre todo inicialmente, sin embargo, lo habitual es que el enfermo se calme después de estar sujeto, sabiendo que alguien ajeno a él se ha hecho cargo de la situación y que ya no debe temer sus impulsos incontrolables. La sedación farmacológica siempre estará indicada de forma individualizada cuando no se consiga reducir por completo a un paciente agitado.
Una vez que el personal médico decrete la pertinencia del traslado y el estado del paciente lo permita, ya sea por propio convencimiento, por medicación administrada o por contención física podremos subir al paciente a la ambulancia. Una vez en ella se procederá al traslado. Quedará a criterio del médico, que el paciente sedado sea acompañado o no por personal sanitario. Si el paciente no ha sido sedado y sí inmovilizado, el personal de la ambulancia debería de ser acompañado por las FOP en la cabina asistencial.
En aquellos casos en que el paciente está agitado y ni el médico ni las FOP lo acompañan en la ambulancia, el personal de la misma comunicará dicha situación al la CCU-061, solicitando que se localice el juez para hacerle conocer el hecho.
2.4. EL PACIENTE PSIQUIÁTRICO
Aunque existen múltiples enfermedades mentales, a nivel práctico podemos agruparlas en dos categorías.
1.- Psicosis
Se caracterizan porque el enfermo tiene una apreciación errónea de la realidad, pudiendo presentar:
• Delirios: se trata de creencias falsas que se toman por reales y además son irreductibles, es decir, no se les puede convencer de lo contrario (por ejemplo, delirio de persecución, de que le amenazan, le insultan por la calle o en la TV, etc.).
• Alucinaciones: se trata de falsas percepciones, es decir, el paciente “oye voces” o “ve cosas” que no existen.
Dependiendo del tipo de psicosis que se trate, el paciente tendrá mayor o menor deterioro de la personalidad, del funcionamiento intelectual y del comportamiento.
2.- Neurosis
El enfermo conserva su lucidez y autocrítica. Se caracterizan por reacciones exageradas del individuo ante situaciones que él interpreta como muy conflictivas o de muy difícil solución. La manifestación fundamental va a ser la ansiedad, es decir, un estado emocional similar al miedo, pero que aparece como consecuencia de un estímulo interior irreal o imaginario. El paciente va a tener sensaciones de peligro inmediato, impotencia, aprensión y temor, acompañados habitualmente de síntomas físicos, tales como taquicardia, alteración de frecuencia respiratoria, sudoración, temblor, debilidad y fatiga.
2.4.1. Crisis de angustia
Como ya hemos dicho, la ansiedad es un estado emocional similar al miedo, pero que aparece como consecuencia de un estímulo interior irreal o imaginario, teniendo el paciente sensaciones de peligro inmediato, impotencia, aprensión y temor, y habitualmente acompañados de síntomas físicos, tales como taquicardia, alteración de frecuencia respiratoria, sudoración, temblor, debilidad
y fatiga.
La angustia es un sinónimo de ansiedad, pero de intensidad mayor.
La crisis de angustia o crisis de pánico es un estado de ansiedad muy intenso que cursa con gran sufrimiento, sensación de muerte inminente o temor a volverse loco. Presenta además: sensación de ahogo, pérdida de consciencia, palpitaciones o taquicardia, temblores, sofocación, sudoración, escalofríos, dolor precordial... Suelen durar poco tiempo, generalmente no más de 10-15 minutos, y al finalizar suele persistir una sensación de debilidad.
La actitud a seguir en este tipo de pacientes debe ser:
• Intentar la tranquilización verbal.
• Apoyo emocional.
• A veces, simplemente esperar un poco de tiempo puede ser efectivo, ya que las crisis suelen ser breves.
2.4.2. Paciente depresivo
La depresión es una de las alteraciones más comunes que se han de evaluar en urgencias. Cuando un paciente deprimido experimenta también impulsos suicidas, puede sufrir una crisis que pone en riego su vida. Los síntomas más comunes de un trastorno depresivo son el estado de ánimo deprimido, pérdida de intereses en las actividades habituales y ansiedad. Algunos pacientes pueden estar agitados, con inquietud motora y habla rápida. En este tipo de pacientes es importante comunicarse de forma clara, empática y esperanzada. Según predominen los síntomas suicidas o los de agitación la actitud a seguir será distinta, como veremos más adelante.
2.4.3. Conducta suicida
La intentona suicida suele pretender dos cosas:
1. Morir: es una conducta destructiva en la que generalmente el paciente no avisa cuando lo lleva a
cabo. Además la mitad de los casos ya lo había intentado antes. El 15% de los pacientes con depresión acaba suicidándose.
2. Obtener ventajas secundarias al intento: no deben descartarse a la ligera, pues a veces les sale mal y lo consiguen sin pretenderlo en realidad. Son una llamada de atención ante sus familiares, amigos, amantes... para obtener ganancias secundarias a la intentona.
El riesgo de que una persona cometa suicidio es muy difícil de valorar, incluso por los psiquiatras más expertos, por lo que nunca se deben infravalorar las amenazas del paciente en este sentido.
Normas de actuación ante el riesgo de suicidio:
• Retener el paciente lo más posible.
• Establecer una comunicación directa con él, llamándole por su nombre reiteradamente.
• No tratar de “convencerle” de que no se suicide.
• Tomarle siempre en serio, aunque el paciente parezca que sólo pretende llamar la atención.
• Mostrar una actitud cálida, respetuosa, tranquila, de apoyo al paciente.
• Ofrecerle ayuda constructiva, sin críticas ni recriminaciones porque entonces incrementaríamos
el riesgo al sentirse enjuiciado desde un punto de vista moral.
• Si el paciente se muestra hostil o agresivo (hacia sí mismo o el resto de las personas) no quedará
otro remedio que adoptar una postura firme, incluso aplicando la contención física, tal y como
hemos visto en el paciente agitado.
2.5. EL ENTORNO DEL PACIENTE GRAVE. LA ASISTENCIA A LOS FAMILIARES.
EL DUELO
A pesar de que nuestro deseo es el de trasladar a los enfermos al lugar donde puedan recibir ayuda para que recobren cuanto antes la salud, en numerosas ocasiones nos tocará asistir a pacientes cuyo estado nos haga suponer que a pesar de cualquier esfuerzo, el fin de su vida está próximo. Esto suele provocar en nosotros la angustia originada por la sensación de no poder proporcionar alivio. Debemos de pensar que son estas las situaciones que ponen a prueba la capacidad del TTS para demostrar su lado más humano y su sensibilidad en el trato al enfermo. El hablar con cordialidad e incluso con afecto, el escuchar de manera atenta, el contacto no verbal (mirar siempre a los ojos, sentarse cerca, no tener prisa), el estar atentos a las pequeñas medidas que aumenten el confort (abrigar bien, humedecer los labios,...) pueden es estos momentos tan críticos en la vida de las personas ser tan importantes como una transfusión o un transplante en otro tipo de pacientes.
Lo mínimo, en cualquier caso, es no crear situaciones aún más comprometidas para lo cual es recomendable tener en cuenta dos aspectos.
1. Nunca hacer observaciones negativas del estado del paciente ni mencionar sombríos augurios por claros que estos parezcan. Si estamos ante un paciente oncológico, no mencionar el nombre de su patología, pues la mayoría de las veces no sabremos la idea que tiene esa persona sobre la existencia de su enfermedad. Si nos preguntan sobre su situación contestaremos “no le puedo decir con certeza, pues no soy médico; ya verá como pronto estamos en el hospital y allí le informarán de todo”.
2. Procuraremos ir hablando al paciente que estemos trasladando, incluso si pensamos que no nos oye, tratando con ello de que se sienta acompañado en todo momento.
Este tipo de cuadros afectan no sólo al individuo sino a todo su entorno familiar. Son frecuentes en la asistencia a pacientes graves las crisis de ansiedad y las manifestaciones de intranquilidad por parte de los allegados, lo que aumenta la dificultad en el manejo de la situación. El enfermo podrá estar acompañado en todo momento por un familiar, pero si el estado emocional de éste interfiere en nuestra labor, actuaremos en ese instante con autoridad, ordenándole sin brusquedades que se calme y que se mantenga ubicado donde su presencia no obstaculice nuestro trabajo. Ante la demanda de información u opinión sobre el estado de su ser querido, nos abstendremos entonces de manifestar cualquier valoración propia, por claro que parezca el desenlace. No se trata de mentir o de ocultar información, sino de evitar sufrimientos innecesarios. Además eso no significa que tengamos que renunciar a la comunicación, más bien al contrario, pero orientándola hacia el soporte emocional y la disposición para aliviar en lo posible el sufrimiento.
Con el fallecimiento del enfermo comienza el duelo. Este término hace referencia a la reacción emocional normal que aparece con el sentimiento de pérdida de un ser querido. La etapa en este proceso que nosotros presenciaremos será la inicial, consistente en un estado de choque psicológico y físico en el que se dan diversas manifestaciones: fatiga, inquietud, hiperactividad, cólera hacia el desaparecido u otras personas, gritos, llantos,...
Nuestra actitud será en esos momentos de profundo respeto, poniéndonos a disposición de la familia para ayudar en lo que podamos y tratando de interferir lo menos posible en una manifestación emocional que es absolutamente normal. Esto no significa que no podamos dirigir unas breves palabras de aliento y de condolencia, o asistir en su caso a aquel miembro de la familia que presentase una intensidad potencialmente peligrosa en su reacción (desvanecimientos, autoagresividad, histeria,...).
2.6. EXITUS NO REANIMABLE
Cuando nos encontremos ante una situación de PCR: ¿debemos iniciar maniobras de RCP siempre?
Podríamos decir que la actitud del TTS va a variar dependiendo de si se encuentra o no a las órdenes de un médico.
Si el facultativo está presente el TTS seguirá las órdenes directas del médico, sin censurar, discutir o poner en duda en ningún momento cualquiera de las decisiones. No hay que olvidar que el médico maneja datos y conocimientos que pueden llevarle a tomar decisiones que no coincidan con las del resto de los presentes, y que deberemos apoyarle y respaldarle en todo momento.
Si nos encontramos ante una situación de PCR sin el apoyo facultativo, se debe de tomar la iniciativa y realizar siempre RCP a todo paciente, tenga la edad que tenga. Cuando existen dudas provocadas por la situación previa del enfermo y su potencial irreversibilidad, también iniciaremos esas maniobras mientras contactamos con la CCU-061 lo más rápidamente posible, donde un médico tras la información recogida previamente y la que nosotros hayamos recabado, decidirá si se deben suspender o no dichas maniobras.
Solamente ha de abstenerse de practicar la RCP en las siguientes situaciones de PCR.
• Cuando el paciente presente signos evidentes de muerte biológica (livideces o rigor mortis) y estemos seguros de reconocer dichos signos.
• Cuando el paciente haya expresado por escrito su deseo de no RCP, y así nos lo hagan saber sus familiares enseñándonos dicho documento (informaremos inmediatamente a la CCU-061). Si los familiares no tuvieran dicho documento pero se negasen a que realizásemos cualquier intento de reanimación una vez que les explicamos en que consiste y con que objeto lo hacemos, no tendríamos más remedio que respetar su deseo (avisar también a la CCU-061).
• Cuando exista decapitación, carbonización completa o destrucción amplia de órganos vitales.
Aquí recordar que, en caso de duda debemos iniciar maniobras de RCP.












Resumen
Es inevitable que el trabajo diario ponga al TTS ante situaciones complicadas: en aquellos casos en los que nuestra llegada sea recibida con hostilidad por el paciente o su entorno, nos esforzaremos por centrarnos en nuestro trabajo, sin entrar en discusiones inútiles.
Cuando nos encontremos ante un paciente agresivo, jamás intentaremos reducirlo a la fuerza por nuestra cuenta. Será preciso solicitar ayuda médica y policial a la Central de Coordinación del 061. El paciente debe ser tratado con respeto y humanidad, tratando de tranquilizarlo en el caso de que se encuentre agitado, de una manera firme, salvaguardando siempre la seguridad del personal sanitario, los familiares y el propio paciente.
En el caso del paciente suicida, se debe siempre tratar de retenerlo el mayor tiempo posible y nunca menospreciar sus amenazas.
No utilizar el alta voluntaria como salvavidas para “escapar” de un servicio conflictivo. No siempre su firma tiene validez legal.
En los casos de PCR, ante la duda de iniciar maniobras de RCP de si está o no indicada, deberemos de iniciarlas.

Glosario de términos
Alta Voluntaria: documento por el cual, el firmante asume la responsabilidad de las consecuencias derivadas de no seguir la actitud recomendada por un facultativo.
Contención: conjunto de medidas físicas o farmacológicas encaminadas a sujetar y neutralizar el exceso de violencia en los movimientos del paciente agitado.
Depresión: trastorno mental caracterizado por las alteraciones del estado de ánimo.
Neurosis: trastorno que se caracteriza por producir reacciones exageradas generadoras de ansiedad y angustia ante conflictos o decisiones banales, hecho que el propio paciente critica como ilógico.
Psicosis: conjunto de enfermedades caracterizado por las alteraciones graves en la percepción y en el pensamiento.
Duelo: conjunto de reacciones emotivas normales que se producen en el contexto del fallecimiento de un familiar.

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